Por qué las mujeres cruzan las piernas al sentarse: un dato curioso

Introducción

Ver a una mujer sentada con las piernas cruzadas —ya sea al nivel de las rodillas o los tobillos— es una imagen habitual en reuniones, transporte público, oficinas o actos sociales. Más allá del simple acto de “cruzar”, esta posición encierra factores físicos, culturales, posturales e incluso de lenguaje corporal. Este artículo analiza por qué muchas mujeres adoptan esta postura, qué puede estar comunicando y cuáles son los efectos para el cuerpo.


Factores físicos que favorecen cruzar las piernas

Algunos aspectos anatómicos y de comodidad explican por qué es más común que las mujeres críen las piernas al sentarse:

  • Diversos especialistas señalan que las mujeres tienden a tener una pelvis más ancha y estructura muscular distinta al de los hombres, lo cual puede hacer que cruzar una pierna sobre otra resulte un modo de acomodarse mejor en espacios estrechos o en sillas relativamente profundas. refinery29.com+1
  • En ocasiones, cruzar la pierna puede aliviar tensión en la zona lumbar o permitir un apoyo más cómodo en sillas con respaldo bajo, inclinando ligeramente la cadera hacia un lado. Primal Pictures+1
  • La costumbre también puede surgir por hábito desde la infancia o imitación social (ver los modelos que actúan como referentes). refinery29.com

Estos factores combinan lo físico con lo que se ha aprendido, lo que lleva a que la postura se vuelva preferida por muchas mujeres en distintos contextos.

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El aspecto cultural, social y del lenguaje corporal

Más allá de lo físico, cruzar las piernas tiene implicaciones de espacio, género y mensaje no verbal:

  • Un análisis sugiere que partir de una norma social de “modestia femenina” o de “hacerte más pequeña” tiene relación: sentarse con las piernas cerradas o cruzadas transmite discreción, contención y evitar ocupar demasiado espacio físico. Medium+1
  • En comparación, el término “manspreading” (para hombres que abren mucho las piernas al sentarse) contrasta con esta postura femenina más contenida. Wikipedia+1
  • En lenguaje corporal, cruzar las piernas puede interpretarse como una señal de protección o retirada leve: la persona cierra espacio entre sus miembros inferiores, lo que puede indicar que no está del todo relajada, o que conserva reserva. Según posturología, esa postura podría aparecer en contextos donde uno busca “hacer menos presencia” o ocupar menos espacio visual. Primal Pictures+1

En ese sentido, la postura no solo es cómoda, sino comunicativa. Puede decir algo acerca de la socialización, de las normas de género y de cómo nos posicionamos física y mentalmente en los espacios.


¿Es una postura “correcta” o “saludable”?

Desde el punto de vista ergonómico y de salud corporal, cruzar excesivamente las piernas tiene ventajas y desventajas:

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Ventajas

  • Puede permitir un ajuste más cómodo en sillas estrechas o cuando los pies no alcanzan bien al suelo, lo que favorece cierta estabilidad.
  • Puede brindar una sensación psicológica de “orden” o contención, lo cual ayuda a sentirse más cómoda en entornos formales.

Desventajas

  • Estudios indican que cruzar las piernas al nivel de las rodillas puede alterar la alineación de la pelvis, generar torsión en la columna y, con el tiempo, provocar molestias lumbares, de cadera o incluso problemas de circulación. Primal Pictures
  • Puede producir entumecimiento o “hormigueo” en la pierna que queda debajo si se aplica presión prolongada sobre nervios o vasos. Primal Pictures
  • No es una postura de “relajación total” para el cuerpo: mantenerla durante muchas horas sin cambio puede resultar más fatigante que sentarse con ambos pies apoyados y las rodillas a la altura de la cadera.

Por tanto, como ocurre con muchas posturas, la moderación y el cambio frecuente de postura son clave.

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Cuando cruzar las piernas tiene significado emocional o psicológico

Más allá de lo físico, esta postura puede revelar algo de cómo se siente la persona en ese momento:

  • Cruzar las piernas puede indicar que la persona se “mantiene a resguardo”, que no está del todo cómoda, o que prefiere un espacio más reducido (posible en situaciones nuevas, estresantes o de espera).
  • En contextos sociales o laborales, muchas mujeres adoptan la postura de piernas cruzadas como parte de lo que se espera socialmente —ser adecuada, discreta, femenina— más que por una elección consciente de comodidad. Esto refleja un condicionamiento de género. refinery29.com+1
  • También puede hablar de niveles de confianza: mientras mayor comodidad tiene una persona con su entorno, mayor puede ser la apertura de la postura (por ejemplo separar las piernas ligeramente, apoyar ambos pies firmes en el suelo).

Por ello, observar cómo se sienta una persona puede dar pistas de su comodidad, seguridad, contexto emocional o social.


Recomendaciones para quien siente incomodidad al sentarse así

Si tú o alguien cercano se sienta con las piernas cruzadas por hábito pero siente tensión, dolor o simplemente quiere variar, estas recomendaciones pueden ayudar:

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  • Alterna la postura: después de unos minutos cruzada, descrúzala, apoye ambos pies en el suelo, las rodillas al nivel de las caderas, ka espalda recta.
  • Asegúrate de que la silla permita que los pies toquen el suelo o apoya un banquito o reposapiés si quedan suspendidos.
  • Estira la cintura, haz ligeros movimientos de cadera y piernas cada 20-30 minutos si estás sentado largo tiempo.
  • Si sientes hormigueo, entumecimiento o presión en rodilla o ingle al cruzar, evita mantener mucho tiempo esa postura y cambia con frecuencia.
  • Evalúa la ergonomía del asiento: respaldo, altura, profundidad, apoyo de pies. Una buena ergonomía reduce la necesidad de modificar la postura para alcanzar comodidad.

Con estos pasos puedes mantener comodidad sin sacrificar postura ni salud.


Conclusión

El que muchas mujeres crucen las piernas al sentarse no es un dato meramente anecdótico, sino la intersección de factores anatómicos, sociales, culturales y posturales. Es comodidad, sí, pero también un mensaje silencioso sobre cómo ocupamos el espacio, cómo percibimos nuestro entorno y cómo estamos condicionadas por normas de género y etiqueta.
Reconocerlo no significa juzgar la postura, sino entenderla. Y si bien no es “mala” en sí misma, como toda postura que se mantiene sin cambio, conviene estar atenta a cómo se siente el cuerpo. Cambiar de posición, apoyar los pies, relajar la cadera y asegurarse de buen respaldo son formas de cuidar el cuerpo sin abandonar la comodidad.
La próxima vez que te sientes y cruces las piernas, observa: ¿cómo se siente?, ¿por qué lo haces?, ¿qué postura alternativa podrías elegir para sentirte mejor aún?

Fuentes consultadas

“I’m A Grown Woman Who Sits Like A Child. I Bet You Do, Too”, Refinery 29.

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“Legs Crossed and Manspreading: What seating habits say…”, Medium.

“How does sitting with legs crossed impact our body?”, Primal Pictures.